domingo, 12 de junio de 2011

Reencuentro, tercera parte.

Nick se arrepintió de no haber pedido el suyo con leche... pero sabía que a Jofiel eso le parecía casi un sacrilegio. Té con leche, que desperdicio, le oyó murmurar en la lejanía de los recuerdos. Recuerdos. Eran tantos... Y allí, en ese local, empezaban a amontonarse más y más, como buitres alrededor de un cuerpo inanimado.


- ¿Recuerdas cuando me fui? -preguntó Nick mirando por la ventana, mientras daba el primer sorbo a su taza.

- Es difícil de decir... -contestó Jofiel mirándolo, sin tocar todavía la suya - parece como si de repente, un día... te hubieses esfumado. Sin más. Me sorprendió... creía que al que se le daba bien desaparecer era a mi... -continuó esbozando una sonrisa.


Más recuerdos. Nick miró el rostro de Jofiel. Puede que aparentase la juventud madura y el vigor de cuarenta y pocos otoños, pero él sabía que detrás de esa apariencia había mucho, mucho más.


- Después de aquel... ¿cómo decías? tu último trabajo... -suspiró Nick- todo dejó... no se... de tener sentido ¿sabes? - Jofiel no dijo nada. Cogió su taza, exprimió con la ayuda de la cucharilla el té que aun podía extraerse de la bolsita y después la apartó en el plato. Aspiró el aroma que ascendía de su taza y después bebió lentamente, con los ojos cerrados. Su expresión era de absoluto deleite. A Nick siempre le había fascinado que un ser como Jofiel disfrutase tanto de los placeres más pequeños e insignificantes.


- Yo... llegué a todo eso como de casualidad - continuó Nick- De repente mi mundo se revolucionó, la vida que conocía antes... ¡Dios!¡Es como si estuviese borrosa! -exclamó.

- Ya sabes lo que opino yo de las casualidades - contestó Jofiel todavía degustando su té.

- Vale... vale. Lo que sea. Pero...

- Pero un buen día el hacer tu rutina y tomar una decisión te cambió la vida. Nada nuevo, Nick... en realidad, le pasa a todo el mundo, de una forma o de otra.

- Bueno, no me negarás que en este caso fue un poco más... especial.

- Si, es verdad.

- Y de repente... durante lo que siempre me ha parecido una eternidad... todo fue diferente. Y llegué a acostumbrarme a todo eso... al ritmo frenético, a lo inesperado, al miedo, a lo que no entendía... a todo eso que parece que a ti ya no te afecta.

- Será la práctica -respondió Jofiel sin darle importancia y terminando después su té. Nick sabía que era una de sus respuestas de despiste, totalmente falsas. Pero no lo mencionó.

- El caso es... que me gustaba. Y cuando se acabó...

- Se te hizo difícil llevar otro tipo de vida -concluyó Jofiel- uno más normal, uno menos... endiablado.

- Si, creo que eso es -dijo Nick bajando la vista. Su té empezaba a enfriarse.

- Nick -empezó Jofiel despacio- toco la guitarra en el metro de Londres. Y tu sabes que no es porque necesite calderilla para comer, precisamente... -se frotó la cabeza en ese gesto que a Nick siempre le pareció discordante con el resto de su personalidad- Tu eres joven, mucho más adaptable que yo... podrías haber hecho cualquier otra cosa. No te engañes.

Nick no dijo nada. Se bebió de un trago, casi con rabia, lo que quedaba en su taza. Apretó la mandíbula y desvió la vista. Las imágenes le golpeaban la memoria, una detrás de otra. Se acordó de aquella frase... ¿cómo era?


- Cuidado con lo que deseas... puede convertirse en una realidad -Jofiel pareció leerle la mente. A Nick siempre le impresionaba ese truco. Hizo un esfuerzo por sonreír.

- ¿Crees que fuimos héroes? - Jofiel sacudió la cabeza, y el cansancio y los años que no aparentaba se asomaron a su mirada.

- Creo que tomamos decisiones, que nos atrevimos, que nos equivocamos, que aprendimos, que luchamos, que sufrimos, que perdimos... y que al final, tocó sobrevivir. Seguir adelante.

- A veces me sentía un héroe. Pensaba que los dos lo éramos. Que algún día escucharíamos susurrar lo bien que lo hicimos a pesar de todo... -murmuró Nick- y creo que... cuando me di cuenta de que eso nunca pasaría, lo poco que quedaba de mi se convirtió del todo en Nick Halden.

Se miraron. Sonrieron.


- Sigues siendo tu, imbecil -le soltó Jofiel - ¿Qué más da el nombre?es sólo... que has perdido el norte. Pareces más perdido que cuando te vi por última vez.

- ¡No lo estoy! -protestó Jofiel. No se lo creyó. Jofiel tampoco.

- Se me hace tarde -dijo de improviso mientras se levantaba y echaba un vistazo a su reloj.- He de irme... pero nos veremos por aquí, pronto. Nick asintió en silencio mientras se levantaba a su vez. Jofiel pasó por su lado y le dio un apretón en el hombro.

- Me alegro de volver a verte -casi susurró. Después desapareció a su espalda. Nick suspiró. Se sentó de nuevo y se giró para mirar por la ventana. No vio a Jofiel por ninguna parte. Y de pronto algún resorte reaccionó en su mente. Se llevó la mano al bolsillo de la americana, y sus dedos notaron el tacto de un trozo de papel. Sacudió la cabeza, incrédulo. Aun se la colaba con facilidad pasmosa. Sacó el papel y lo leyó. Volvió a guardárselo. Suspiró otra vez. Adiós al plan del Casino. Al menos, pensó mientras se ponía en pie y echaba a andar con paso firme, ahora ya tenía algo concreto que hacer en la ciudad de Londres. Y por un momento volvió a sentir esa sensación. Esa chispa. El hormigueo en el estomago. El descreimiento, la apatía, cedieron un punto, y entró la emoción. La tensión de la caza, la sed de aventura. De dejar huella. Quizá nunca se fueron. Quizá siempre habían estado allí, muy en el fondo.


***


Desde la azotea del Empire Casino, Jofiel observó a Nick moverse con agilidad entre el gentío que aun pululaba por Leicester Square a pesar de que la noche empezaba a caer. Con paso rápido, el joven giraba a su derecha, ignorando las amplias puertas del Casino y enfilando Tottenham Court Road. Jofiel sonrió para sus adentros. Es un buen chico, se dijo. Jugando a ser de los malos. Un rebelde con una causa muy personal... pero insuficiente. En verdad era bueno volver a tenerlo por allí. Al fin y al cabo, Jofiel siempre había pensado que valían más los dos juntos que por separado.