jueves, 24 de diciembre de 2009

Redención


Martin Luther King dijo una vez: "quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidado."

Feliz Navidad a todos.

Feliz Navidad, princesa.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Romance de los Duples


En honor a ese juego de caballeros, fanfarrones, envites, dejes, cerdos, pitos, señas, órdagos, Puntos, amarracos, piedras, dichos y redichos. El juego de naipes por excelencia, el más inteligente, entretenido, instructivo, vibrante, relajado e implacable.

En honor a Curro, mi compañero y hermano, que se da mus y se queda dos caballos por ver si entran dos cerdos y liga duples, o que lanza órdagos a pitos con un as y un siete nada más empezar la partida; y a Pablo, que de pronto cierra con maestría una jugada de manual y se lleva media partida; y a Nacho, nuestro maestro en estas lides. Por muchas partidas más.

¡Viva el mus!

Los Duples quiero cantar,

dignos son de que se canten,
que por pequeños que sean
al jugador bien complacen.

Cuando de primeras dadas
te reparten cuatro Ases,
¡qué esplondorosa firmeza
en su arrogante desplante
para envidar a la primera
y dejar la Chica en pase
y echar con desenvoltura
-pues tu Grande prestigiaste-
a los Pares un envite
que a los contrarios espante!

Con los Duples Ases Reyes
bien envidas a la Grande
y si envidas a la Chica
puede que también la ganes,
sin contar con el envite
de tres piedras a los pares
si es que no ha visto tu seña
el atento contrincante,
aunque si no te lo aceptan
bien podrás después cobrarles.

Y los Duples con figuras,
y dos cincos ¡que agadable!
ganar a los Pares y luego
¡Treinta al Punto inapelable!

Más si tienes cuatro Sotas
aunque golfas respetables,
no dejes que el femenino
grupo llegue a atolondrarte,
que en Duples hay con frecuencia
parejas más importantes,
y los Duples moderados,
no son muy recomendables,
que otros más voluminosos
pueden escachifollarles.

Pero si son cuatro Reyes,
bien puedes regocijarte,
pues además de envidar
modestamente a la Grande,
para que con la modestia
tu contrario no se escame,
y de envidar a la Chica,
para intentar engañarle,
un envite farragoso
puedes echar a los pares
O sea ¡doscientas piedras!
que es un Órdago espantable.

Ya los Duples he cantado,
dignos son de que se canten,
rendido pido disculpas,
por osar aconsejarte.

Y con esto y el deseo
de que la partida ganes
aquí acaba de los Duples
este sentido romance.

(Extraido del libro "el Mus" de Antonio Mingote)




miércoles, 9 de diciembre de 2009

Something from the past just comes and stares into my soul...


Cuando era niño, aprendí que no servía de nada tratar de huir de los errores. No os diré donde, pero aprendí que tus errores nunca te abandonan. Pueden quedar en algún lugar olvidado de tu alma, pero tarde o temprano, vuelven a aparecer ante ti. Son fantasmas del pasado, que pesan y a veces hacen que hasta te duela respirar.

Desearías no haberlos cometido nunca. Desearías volver a atrás y evitarlos... pero no puedes. Y tus errores te atormentarán hasta que los enfrentes. Incluso entonces, sus efectos seguirán hostigandote. Aun tendrás mil ocasiones más para lamentar para tus adentros, para tratar de cambiarlo todo. Pero no puedes. No se puede cambiar el pasado.

Es como un fuerte golpe en la cabeza. Pasarán unos minutos, y el golpe pasará a formar parte del pasado. Pero aun así, la cabeza todavía dolerá. Puedes tratar de ignorarlo, lamentarte... o aprender. Y trabajar por curar esa herida. Y convertirte en alguien mejor, más digno.

Ya lo dije: yo lucharé contra fantasmas. Si hoy escribo estás líneas es en honor a aquellas imágenes de la infancia; esas melodías que se te clavan en el alma cuando eres un niño y vuelven muchos años después para ayudarte en tu camino.

También escribo esto porque hoy alguien ha escrito mi nombre, y me ha pedido algo. Algo muy importante. Algo que no podré cumplir si no soy alguien mejor. No puedo esperar hasta entonces, así que lo hago hoy.

Lo prometo.


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sobre dragones y fantasmas

Al contrario de lo que la gente cree, ahuyentar para siempre a un fantasma es mucho más dificil que matar a un dragón. Si, el dragón es enorme, vuela y tiene aliento de fuego. El dragón está además protegido por escamas duras como el hierro, y solo deja al descubierto su vulnerable vientre en muy raras ocasiones. Y tan sólo durante unos escasísimos segundos.
Pero si el dragón vuela a lo lejos... ¿porqué matarlo?. Los hay tan majestuosos y bellos, allá en el horizonte. Los hay que han inspirado tanta belleza. Los hay tan nobles...


En cambio, los fantasmas aparecen. Sin más. Un día brilla el sol, el viento apenas sí es una brisa, y de pronto aparece, se apodera de ti, y convierte todo lo que te rodea en tinieblas. Susurra posibilidades atroces, aviva tus miedos, se alimenta de tus inseguridades. Te hace dudar, te inunda de tristeza, de apatía... y ni siquiera sabes que está ahí. ¿Cómo luchar contra algo que no puedes ver, ni identificar, y que en definitiva, te quita las ganas de luchar?

Existen caballeros dotados de una gran virtud, de una extraordinaria fuerza de voluntad. Hay en el mundo damas de una gran decisión y dones propios solo de cuentos de hadas. Pero ni siquiera ellos pueden matar un fantasma. Solo pueden enfrentarlo, y muy pocas veces lo ahuyentarán si luchan solos. Porque la mayoría de fantasmas, en realidad, no existen. Solo lo hacen los que uno mismo deja crecer en su interior.

Mi lanza está astillada, su punta hace tiempo que no está afilada. Mi escudo está mellado, mi cota de malla oxidada. Mi espada no tiene brillo, y ya ni siquiera tengo corcel. ¿Para que quiero enfrentarme a dragones? Vuelan lejos de mi, y son hermosos de ver. Inspiran grandes leyendas y enardecen los corazones. Y además, no tendría ni una sola oportunidad. Sin embargo, pese al desaliento, el miedo, el cielo nublado y esa amarga sensación que deja un alma en pena en el corazón, lucharé. Yo ahuyentaré fantasmas. Tal vez vuelvan. Pero hasta entonces, volverán los días felices y los cielos azules. Y cuando vuelvan, estaré preparado.