En honor a ese juego de caballeros, fanfarrones, envites, dejes, cerdos, pitos, señas, órdagos, Puntos, amarracos, piedras, dichos y redichos. El juego de naipes por excelencia, el más inteligente, entretenido, instructivo, vibrante, relajado e implacable.
En honor a Curro, mi compañero y hermano, que se da mus y se queda dos caballos por ver si entran dos cerdos y liga duples, o que lanza órdagos a pitos con un as y un siete nada más empezar la partida; y a Pablo, que de pronto cierra con maestría una jugada de manual y se lleva media partida; y a Nacho, nuestro maestro en estas lides. Por muchas partidas más.
¡Viva el mus!
Los Duples quiero cantar,
dignos son de que se canten,
que por pequeños que sean
al jugador bien complacen.
Cuando de primeras dadas
te reparten cuatro Ases,
¡qué esplondorosa firmeza
en su arrogante desplante
para envidar a la primera
y dejar la Chica en pase
y echar con desenvoltura
-pues tu Grande prestigiaste-
a los Pares un envite
que a los contrarios espante!
Con los Duples Ases Reyes
bien envidas a la Grande
y si envidas a la Chica
puede que también la ganes,
sin contar con el envite
de tres piedras a los pares
si es que no ha visto tu seña
el atento contrincante,
aunque si no te lo aceptan
bien podrás después cobrarles.
Y los Duples con figuras,
y dos cincos ¡que agadable!
ganar a los Pares y luego
¡Treinta al Punto inapelable!
Más si tienes cuatro Sotas
aunque golfas respetables,
no dejes que el femenino
grupo llegue a atolondrarte,
que en Duples hay con frecuencia
parejas más importantes,
y los Duples moderados,
no son muy recomendables,
que otros más voluminosos
pueden escachifollarles.
Pero si son cuatro Reyes,
bien puedes regocijarte,
pues además de envidar
modestamente a la Grande,
para que con la modestia
tu contrario no se escame,
y de envidar a la Chica,
para intentar engañarle,
un envite farragoso
puedes echar a los pares
O sea ¡doscientas piedras!
que es un Órdago espantable.
Ya los Duples he cantado,
dignos son de que se canten,
rendido pido disculpas,
por osar aconsejarte.
Y con esto y el deseo
de que la partida ganes
aquí acaba de los Duples
este sentido romance.
(Extraido del libro "el Mus" de Antonio Mingote)