miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sobre dragones y fantasmas

Al contrario de lo que la gente cree, ahuyentar para siempre a un fantasma es mucho más dificil que matar a un dragón. Si, el dragón es enorme, vuela y tiene aliento de fuego. El dragón está además protegido por escamas duras como el hierro, y solo deja al descubierto su vulnerable vientre en muy raras ocasiones. Y tan sólo durante unos escasísimos segundos.
Pero si el dragón vuela a lo lejos... ¿porqué matarlo?. Los hay tan majestuosos y bellos, allá en el horizonte. Los hay que han inspirado tanta belleza. Los hay tan nobles...


En cambio, los fantasmas aparecen. Sin más. Un día brilla el sol, el viento apenas sí es una brisa, y de pronto aparece, se apodera de ti, y convierte todo lo que te rodea en tinieblas. Susurra posibilidades atroces, aviva tus miedos, se alimenta de tus inseguridades. Te hace dudar, te inunda de tristeza, de apatía... y ni siquiera sabes que está ahí. ¿Cómo luchar contra algo que no puedes ver, ni identificar, y que en definitiva, te quita las ganas de luchar?

Existen caballeros dotados de una gran virtud, de una extraordinaria fuerza de voluntad. Hay en el mundo damas de una gran decisión y dones propios solo de cuentos de hadas. Pero ni siquiera ellos pueden matar un fantasma. Solo pueden enfrentarlo, y muy pocas veces lo ahuyentarán si luchan solos. Porque la mayoría de fantasmas, en realidad, no existen. Solo lo hacen los que uno mismo deja crecer en su interior.

Mi lanza está astillada, su punta hace tiempo que no está afilada. Mi escudo está mellado, mi cota de malla oxidada. Mi espada no tiene brillo, y ya ni siquiera tengo corcel. ¿Para que quiero enfrentarme a dragones? Vuelan lejos de mi, y son hermosos de ver. Inspiran grandes leyendas y enardecen los corazones. Y además, no tendría ni una sola oportunidad. Sin embargo, pese al desaliento, el miedo, el cielo nublado y esa amarga sensación que deja un alma en pena en el corazón, lucharé. Yo ahuyentaré fantasmas. Tal vez vuelvan. Pero hasta entonces, volverán los días felices y los cielos azules. Y cuando vuelvan, estaré preparado.

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