Algo tarde, como siempre, pero aquí van mis letras de este año. O mejor dicho, del pasado, porque recién hemos empezado 2021.
Menudo año, Sus Majestades. Nada ha salido como esperaba, tanto para bien como para mal. Los últimos meses han sido especialmente duros. Y sin embargo, a través de los rigores y todo lo que llevo por dentro, que sólo Dios, yo mismo y quizá vuestras majestades conozcan, siento que el año ha sido positivo.
Es curioso, pero creo que este es el primer año en el que me siento a escribir esta carta sintiendo que soy mejor que la persona que escribió la última. Sé que eso es completamente subjetivo, pero así son las cosas del sentir. Recuerdo escribir casi todas mis cartas a vuestras majestades, año tras año desde que era niño, con una gran sensación de culpa, de frustración por no haber conseguido un año más ser la mejor versión de mí mismo. Y creo que a lo largo del último he descubierto que esa forma de verme me estaba haciendo mucho daño.
Me siento distinto. Más consciente, más pausado. Sigo siendo yo, con mis arrebatos y mi emocionalidad a veces demasiado a flor de piel. Me gusta pensar que a pesar de haber perdido mucho trabajo, dejado de ganar mucho dinero y dejado de hacer muchos viajes a sitios que me muero por visitar con gente a la que quiero, las circunstancias me han permitido emprender otro viaje. Un viaje que, como en la historia, podría titularse como el Sendero de la Verdad, con paradas en los bosques de Merlín, en el Castillo del Silencio, el Castillo del Conocimiento y el de la Voluntad y la Osadía. Y lo que es más importante, he aprendido que ese viaje debe realizarse varias veces, durante toda la vida. No es un viaje que vaya a terminarse nunca. Y está bien.
Sé que mis padres se preocupan por mi. Les preocupa mi estilo de vida, y las inseguridades e inclemencias de lo imprevisto sobre mi trabajo. Les preocupa en parte porque creo que aún me ven como aquel niño desordenado, caótico e impulsivo con la cabeza en su propio mundo. Supongo que no pueden evitar no poder dejar de verme como su niño mayor, que se descarriará si no están ellos al tanto. Sobre todo se preocupan porque temen que mi vida esté vacía, sin espiritualidad ni profundidad. Ojalá de alguna forma, entre los regalos de este año, pudierais hacerles saber de alguna forma que aunque mi forma de entender la vida, la espiritualidad y la trascendencia son distintas a las suyas, yo no dejo de buscar y de preguntarme. Y que pese a lo que crean, su educación y los valores que me inculcaron siguen teniendo un gran peso en mi vida. Y que les estoy muy, muy agradecido por eso.
Este año me he sentido más cerca de mis hermanos, más que nunca desde que soy adulto. Y me gusta. Con Jorge y Carlos siempre es muy fácil. Pero a veces no sé bien cómo acercarme más por ejemplo a María o a Javier. Sobre todo a Kike. En 2021 estoy decidido a estrechar más mis lazos con ellos. A veces creo que no saben cuánto les quiero.
Sé que aún tengo muchas cosas que mejorar. Por ejemplo, aún necesito aprender a librarme de ese despiste que todos conocen y del que siempre hay tantas bromas, pero que no es más que estar demasiado centrado en mí mismo, en mi percepción del mundo y de los demás. Me falta aprender a mirar mejor hacia afuera, a escuchar mejor, a ser más consciente de la gente que me rodea. Creo que vuestras majestades saben que estoy en ello.
No es que necesite nada material, pero si Sus Majestades considerasen oportuno, ya saben qué cosas me vendrían muy bien. No en vano, sois magos mucho antes que yo.
Además, mi ahijada Carlota ha pedido en su carta una pulsera smart como la que tengo yo. Sé que ya lo tienen en cuenta Sus Majestades, pero creo que no es descabellado recordárselo. Le hará mucha ilusión y además, quedará encantada con lo molona que es.
Por lo demás, ¿qué puedo pedir? Paciencia para el camino, amplitud de miras para disfrutar mejor y aprender del paisaje.
Y Amor. Sigo creyendo en eso ciegamente, y todo empieza por el que haya dentro de mí.
Tengan Vuestras Majestades un viaje apacible y sin incidencias, que el mundo necesita más que nunca de Magia e Ilusión. Yo prometo seguir aportando mi granito de arena.
Con cariño,
Juanma González.
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