Caía la noche mientras cruzaba el viejo puente. Los cascos puestos, encapuchado y botando la bola. Le gustaba pasar por allí, quizá por lo agradable de la costumbre, quizá por ser la antesala de buenos momentos. A través de los árboles podía ver ya la vieja cancha. Frenó la carrera, cruzó la hierba mojada de la arboleda y la tuvo ante sus ojos. Un símbolo, más que un lugar. Viejo asfalto pintado con canastas de redes de metal.
Un chaval moreno lanzaba a canasta haciéndolas resonar con cada diana.
- Cada vez tiras peor -le dijo mientras se acercaba.
- Tu entras a canasta como un niño de cinco años -le dijo aquel.
El chocar de las manos resonó en la cancha. Ambos reían. Y empezaron a tirar. Primero uno. Luego otro. Que tal todo. Un mes de mierda. Y tu. Lo mismo. Solo se oían sus palabras, los botes del balón, las canastas y el rumor del río. Uno contra uno. ¿A veintiuno?. Como siempre.
Daba igual como hubiera ido el día. La semana. O el mes. Ir allí era como meterse en otro mundo. Una especie de refugio donde los problemas pasaban de largo, sin fijarse en ellos. Con cada tiro las palabras fluían, liberándolos de cargas, de miedos, de confusiones. Hablando entre ataque y ataque la mayoría de los problemas parecían no tener ningún sentido, porque en realidad, nunca fueron tales. En aquel lugar se construían sueños, se planificaban vidas. Ir allí era uno de esos pequeños placeres que tanto merecen la pena. Y sabían que no era por aquella cancha.
A veces echaban la vista atrás y recordaban. Parece que nos hayan cambiado la tarifa de tiempo. ¿Tanto tiempo ha pasado ya? Muchas canchas. Muchos tiros. ¿Te acuerdas de cuando...? Si, como olvidarse. Te pegué en el estomago. Y tu te hiciste mas daño que yo.
No sabían cuanto tiempo llevaban jugando. ¿Un punto más? Hecho. Como si no se conocieran. Uno buscaría el mate. El otro, el tiro exterior. Pero ganaron los dos. Se despidieron. Me esperan unos apuntes. A mi otros. Se abrazaron, y luego cada uno se fue por su lado, a enfrentarse a la vida.
Benjamin Franklin escribió una vez: “Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano.”
1 comentario:
Me ha gustado mucho, Juanma. No sabía que seguías teniendo blog.
La amistad es efectivamente uno de los amores más puros y más sublimes de los que podemos disfrutar en este valle de lágrimas. ¿Sabías que Juan Pablo II llegó a decir que el matrimonio era una suerte de amistad? Para que veas en el concepto que la tenía.
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