sábado, 22 de febrero de 2020

From Now On

Cuando estrenaron la película "The Greatest Showman" fui a verla al cine con mis hermanos y mi madre. Me gustan los musicales, admiro a Hugh Jackman, me atrajo la temática... y me parecía divertida la idea de ver a mi madre enfrentándose a un musical en inglés con subtítulos.

Al margen de pensamientos maliciosos, lo cierto es que aunque la película no era una obra maestra, fue tremendamente disfrutable y muchas de sus canciones nos engancharon a toda la familia.

La historia se basa en el personaje real de Phineas Taylor Barnum, un empresario y artista circense interpretado en la película por Hugh Jackman, que se embarca en la creación de un circo y un gran espectáculo como nunca se ha visto.

Los motivos iniciales del personaje son sencillos y aparentemente nobles: trabajar en su pasión y poder dar a su familia la vida de comodidades que siempre ha soñado con poder darles, lejos de su acostumbrada precariedad.

Pero a lo largo de la película vemos como el protagonista empieza a perder de vista su foco, su objetivo original: el más difícil todavía, el más grande todavía acaban por alejarle de su familia y su propia felicidad.

A la salida de la película, mientras la comentábamos animadamente, mi hermana pequeña, entre risas, dijo algo que quedó escondido en algún rincón de mi mente. Hasta hoy. Lo que mi hermana pequeña dijo fue: "me ha recordado mucho a Juanma".

Creo recordar que la frase resonó en mi cabeza unos segundos, pero no le dediqué entonces más energía ni pensamiento. No ha sido hasta hoy, en casa de mis padres, cuando he visto que mi hermana estaba volviendo a ver la película en su ordenador. Una canción en concreto ha devuelto la escena del cine y la frase de mi hermana a mi cabeza. 

Y la frase ha resonado en mi mente y en mi pecho mientras miraba a mi hermana ver la película en silencio y la canción resonaba sorda a través de sus auriculares.

Y mientras el eco de las palabras empezaba a apagarse en mi cabeza, las preguntas empezaban a tomar su lugar: ¿por qué dijo aquello mi hermana?¿será posible que me haya perdido en el camino? 

Y a la luz de las últimas semanas, no he podido evitar pensar que el ego no toma una sola de las facetas de la vida de uno, sino que se extiende por todas. Y que si el mío, cebado y sobredimensionado, había hecho presa en alguna parte de mi vida, lamentablemente ha debido extenderse al resto. En silencio, inadvertido, durante años.

Esa asfixiante sensación continua de que no estoy donde debería, de que avanzo demasiado lento, de que otros disfrutan sin hacer tantos méritos de las mieles que mi fortuna y mi trabajo duro no acaban de otorgarme. La agotadora carga de tardar en darme cuenta de la suerte que tengo, de la envidiable realidad que vivo profesionalmente, haciendo algo que me apasiona. Las continuas y estériles comparaciones. Todo el ego que durante años he sido incapaz de ver se ha materializado ante mis ojos.

Quizá no haya llegado a un punto de no retorno donde el ego me haya dominado por completo. Tal vez aún no haya sido cegado del todo por los deseos insatisfechos. Pero es innegable que aunque mi brújula aún pueda señalar el Norte, mi rumbo lleva tiempo desnortado.

Curiosamente, la sensación que me ha invadido después no ha sido derrotista o descorazonada. Sin darme cuenta, yo mismo he puesto esa canción de la película que mi hermana estaba escuchando en mi propio ordenador y me he abandonado a escucharla.

Y será porque empezar a sentirme más conectado conmigo mismo ayuda, o quizá sea porque las ganas de ser feliz le ganan al hartazgo de sentirme perdido, o quizá sea una de esas cosas mágicas que tiene la música, pero de hoy en adelante...


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