"El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional", cuentan que decía Buda.
Supongo que hay momentos en los que algo hace click en nuestra cabeza sin saber bien por qué. Algún proceso ignoto y secreto debe gestarse en nuestra mente durante determinado tiempo como para que de pronto y sin aparente esfuerzo, las piezas que parecían irreconciliables se acoplen entre sí con pasmosa e insultante facilidad.
Esta mañana, con esa sencillez con la que un rayo de sol se cuela por entre las cortinas y te acaricia la cara, he sentido ese click y las piezas encajar rápidamente. No me refiero a esas pequeñas revelaciones que he experimentado aquí y allá intermitentemente en los últimos tiempos. No, esto ha sido más pleno, más contundente.
El dolor es natural. Una señal del cuerpo y de la mente que estos no pueden saltarse. Ignoro si el dolor, físico o mental, tienen alguna utilidad real. Tal vez si, tal vez sea un aviso de que algo va mal, quizá sea una llamada de auxilio.
Pero el sufrimiento es otro asunto. El sufrimiento se cultiva, se busca, se abraza cuando uno rechaza superar el dolor y prefiere quedarse a vivir en él después de que este haya remitido o incluso desaparecido. Cuando te resistes a vivir en el presente y te instalas en el pasado que ya fue o decides temer el futuro que nadie conoce.
Y leer la frase atribuida a Buda ha sido el click. Me cayó la ficha, como decían los corazzianos. Cayó la ficha, se abrieron los cielos y me di cuenta de que el dolor ha ido remitiendo poco a poco, de forma natural, pero que el sufrimiento ha sido el protagonista demasiados días. Y cuando la relación es tan inversa, las razones deben ser encontradas.
Pero aún sin haberlas encontrado todavía, hago de hoy el día que decido dejar de sufrir.
"And I will learn, I will learn to love the skies I'm under"
"And I will learn, I will learn to love the skies I'm under"
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