lunes, 19 de octubre de 2020

Tango on

"- ¿Te gustaría aprender el tango, Donna?
 (...)
- Creo que tendría un poco de miedo...
- ¿Miedo de qué?
- Miedo de cometer un error.
- En el tango no hay errores, Donna. No es como en la vida. Es sencillo, eso es lo que hace que el tango sea genial: si cometes un error, si te haces un lío solo... sigue bailando."

El peso del diálogo lo lleva el Teniente Coronel Frank Slade, interpretado por Al Pacino, en la película "Esencia de mujer". 

El símil me parece sugerente y precioso. Pero no es cierto: en el tango, como en cualquier otra cosa en la vida, se cometen errores. Obviamente, los errores en la vida tienden a acarrear consecuencias más graves que un traspiés o que pisarle los pies a tu pareja de baile. Los del tango, además, suelen ser fruto de la inexperiencia o del proceso de aprendizaje. En la vida el motivo por el que se cometen errores comprende un abanico mucho más amplio y complejo.

Siempre he sido propenso a centrarme en el hecho de que he cometido un error. A analizarlo, darle vueltas, pensarlo, re-pensarlo, fustigarme por ello. Curiosamente, esa actitud no solo me hace cometer más errores sino que en caso de no cometer más inmediatamente, sí me hace la vida muy amarga a veces.

Quizá por eso y porque siempre creí que es verdad eso de que los artistas mienten para contar la verdad, quiero creer que es cierto que como en el tango, tras cometer un error en la vida no queda sino seguir bailando. Engancharse al siguiente compás con pie seguro y sin dudar, sin pensar demasiado en el error que se ha cometido: aprendiendo de él, incorporándolo al acervo de la experiencia, librándonos del miedo a volver a cometerlo. 

Sólo relajarse. Sentir la música. Dejar que el cuerpo aprenda con ella. Y bailar.






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