Yo siento ese orgullo en las estupideces que cometo. Quizá porque son muy mías, tanto que incluso podría predecir que voy a cometerlas. Ciertas estupideces, sobre todo si me sale del corazón hacerlas, me dejan un sabor dulce en la boca. Puede que haga una mueca al recordarlas algún día. "Qué corte", vendría a decir. O "qué idiota eres". Tal vez "menudo pringado". Pero me reconoceré en esas estupideces porque me conectan con mi parte más vulnerable, más inocente, más... puede que la palabra sea ingenuo. Y en los momentos que importan, aún encuentro cierto orgullo en sentirme así.
Es parte de mi esencia, y la esencia no puede cambiarse. Y parte de la mía es hacer algunas estupideces bienintencionadas; o esperar lo mejor de las personas; o emocionarme con unas notas y una historia; o escribir palabras como quien predica en el desierto; o aprender muy... muy... muy... lento.
Es parte de mi esencia, y la esencia no puede cambiarse. Y parte de la mía es hacer algunas estupideces bienintencionadas; o esperar lo mejor de las personas; o emocionarme con unas notas y una historia; o escribir palabras como quien predica en el desierto; o aprender muy... muy... muy... lento.
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